Labastida Ochoa y el narco
Francisco Buenaventura Labastida Ochoa perdió la memoria o no tiene vergüenza. Presenta su libro “La Duda Sistemática”, que es una autobiografía en donde narra sus 42 años dentro de la política, en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Dice el escritor Luis Rubio que “hay dos tipos de autobiografía política: aquellas que sirven a los autores para exaltar su vanidad y aquellas que les sirven como reflexión y aprendizaje. Las primeras pueden ser interesantes, pero las segundas son fundamentalmente para entender el tiempo en que el autor fue protagonista” Rubio considera el segundo género.
Pero, de acuerdo a los que han leído el contenido y quienes conocen la trayectoria y personalidad de Labastida difieren de ello, pues esperaban un texto interesante, histórico y revelador. Resulta que la mayor parte de las 288 páginas son fragmentos patrañeros en los que justifica, oculta o miente respecto a ciertos pasajes de la política nacional y a su paso por el gobierno del estado de Sinaloa.
Por ejemplo, no le dedica ninguna línea a la relación que tuvo con Carlos Salinas de Gortari, quien lo menguaba cuando ambos trabajaban en la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), durante el periodo presidencial de Miguel de la Madrid Hurtado.
Resulta que Salinas tenía un nivel de director, mientras que Labastida era subsecretario. Pues, Salinas se lo brincaba y acordaba directamente con De la Madrid asuntos políticos y administrativos de la dependencia.
Eso está escrito en la página 87 del libro titulado “Seis en Punto” de Javier Lozada, en 1987, que a la sazón dice: “Carlos Salinas era el artífice de los lineamientos económicos y el más movido de las direcciones generales de la SPP. Su relación con De la Madrid era enorme. Tanto que provocaba el disgusto de Labastida al saberse brincado por uno de sus subalternos, que solía acordar directamente y cuando le venía en gana con el señor secretario”
Desde entonces se vislumbraba la ascendencia de Salinas hacia la candidatura presidencial, pero necesitaba hacer a un lado a Labastida, por eso de la Madrid lo mandó de candidato a gobernador de Sinaloa, contra toda su voluntad.
Y sabiendo que ni Salinas ni De la Madrid lo tomarían en cuenta, Labastida llegó a Sinaloa, de donde había salido desde su juventud (a los 22 años de edad) para gobernar su estado natal.
Y afirma que encontró un estado con una policía corrupta, que corrió al 70 por ciento de los policías y al 30 por ciento restante lo metió a la cárcel. O sea ¿se quedó sin policias?
Y sostiene que cuando le balacearon su camioneta, estacionada afuera de su domicilio, los narcos le ofrecieron detener a los autores y se pusieron a su disposición. Lo cual es falso, pues la agresión fue de unos borrachos que tiraron balazos al aire cuando la unidad del gobernador pasaba por el puente que comunica a la avenida Álvaro Obregon con la colonia Gabriel Leyva.
Pero, lo más insólito es que afirma que combatió la corrupción y el narcotráfico. Pero, en Sinaloa está documentado aquel mes de abril de 1989 cuando detuvieron al capo del narcotráfico Miguel Ángel Felix Gallardo, mientras el señor gobernador Labastida se recreaba buceando en aguas marítimas de Los Cabos en Baja California Sur.
Ese día, el Ejército y la Policía Judicial Federal detuvieron a los directores de la Policia Municipal de Culiacán y de la Policia Judicial del Estado, asi como al subdelegado de la Campaña contra el Narcotráfico, acusados de brindar protección al Cartel de Guadalajara que lideraba Félix Gallardo.
Cuando los periodistas entrevistaron a Labastida simplemente respondió: “Me fallaron mis informantes” Sin embargo, ni los periodistas, ni los medios de comunicación de entonces, lo fastidiaron tanto como los de ahora. Hay niveles y diferencias en la atención mediática de antes y de ahora.
Francisco Buenaventura, nieto de Francisco Labastida Izquierdo, que fue gobernador de Jalisco, y bisnieto del general Francisco Labastida Bravo, quedó marcado en Sinaloa por la detención de un narco y toda la policia municipal de Culiacán, mientras él, como gobernador de Sinaloa, buceaba en aguas del Mar de Cortés.
Y ahora, viene a cuestionar a otros gobiernos sinaloenses por el tema del narcotráfico. Desmemoria y cinismo en su “Duda Sistemática” es lo que ofrece este personaje que ronda los 82 años de edad. ¡Vaya desmemoria!