-¡Y no ganamos más, porque no había más! - ironizó Rubén Rocha Moya ante cientos de simpatizantes que acudieron al evento en que el candidato de MORENA-PAS recibió su constancia de mayoría como gobernador electo del estado de Sinaloa.
Y es que como dijo, después, en una entrevista: es difícil ocultar el ego. Y Rocha lo dejó escapar por unos minutos en su mensaje a los morenistas, esos que si estaban eufóricos, aglomerados frente a las oficinas del Instituto Estatal Electoral de Sinaloa (IEES).
Una asociación política llamada Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), que no tenía registró en Sinaloa, arrasó electoramente con todo en 2021: ganó la gubernatura, con el porcentaje de votación más alto de los 15 candidatos que hubo en el país; ganó 15 de los 18 ayuntamientos, las siete diputaciones federales y 20 diputados locales.
Por eso la jactancia de Rocha, porque esta vez era difícil ocultar su ego, como todo ser humano. El caso lo ameritaba
Además, el hijo magnánimo de Batequitas, Badiraguato, tenía doble celebración: El triunfo de la gubernatura y su cumpleaños número 72.
Por eso, desde temprano de este domingo caluroso, llegaron sus hermanos Pablo y Antonio, mayores que Rubén. El más grande de todos, Alfonso, no pudo venir por compromisos en Hermosillo. Y la única hermana, Martha, se quedó en Guamúchil.
Pero, la fiesta familiar de los descendientes del matrimonio de Don Ricardo Rocha Cázares y doña Ramona Moya Angulo, apenas comenzaba.
Pablo llegó acompañado de su esposa y trató de ingresar a las oficinas del IEES por una rampa para discapacitados, pero el guardia que vigilaba celosamente el acceso, lo impidió.
-Soy hermano del candidato Rubén – clamó el consanguíneo.
-¡Pues si no trae gafete no entra!
Don Pablo, que apenas si puede caminar lento, interrogó a su esposa, con la mirada.
El vigilante reconsideró y fue a consultar con algún superior. Regresó al cabo de unos minutos y preguntó los nombres de los hermanos del candidato.
-Pablo, Antonio y Martha – revelaron los parientes
Tiempo después salió un empleado con unos gafetes membretados con los nombres de los familiares y los entregó. Pero como la señora Martha no había llegado, éste gafete no lo entregó. Lo guardó para un influyente que llegó a la hora para ingresar muy olímpicamente.
¡Cuatro por cuatro! Vociferaban los simpatizantes de la 4T que habían llegado desde las dos de la tarde por el malecón Niños Héroes, desafiando una temperatura sofocante, húmeda. Querían aclamar al candidato que arrasó con una votación histórica, jamás producida en una elección para gobernador en Sinaloa.
No era para menos, 624 mil 225 votos que significaron el 56.60 por ciento de la votación, el porcentaje más alto de los 15 candidatos a gobernador que participaron en el país.
-Ustedes son los responsables – concernió Rocha a sus seguidores – por eso no les vamos a quedar mal. Hemos hecho historia y esto hay que ponerlo muy en alto.
Pero al mismo tiempo, el ahora gobernador electo comprometió a los sinaloenses a contribuir a hacer un gobierno honesto. Todos debemos estar unidos por Sinaloa, exhortó.
-Yo estaré atento para escuchar a todos – manifestó – y no se me va a subir – precisó.
La avenida Niños Héroes congregaba cientos de seguidores rochistas. Y también llegaban los aprontados que nunca faltan, los oportunistas que al ver el barco priista naufragando, se arrimaron a ver si consiguen algo para sobrevivir.
Allí estaba Héctor Manuel Avilés Ochoa, empleado asesor de diputados del PRI en el Congreso del Estado. Y Jesús Vega Acuña, ex secretario de Agricultura en el gobierno de Juan Millán Lizárraga. Y otros priistas de brigada que ya no fueron útiles a los jerarcas del tricolor.
Esos que al escuchar al futuro gobernador decir que habrá cabida para las minorías - porque esa es la democracia -, se ilusionan y creen que por apersonarse en el aclamo pueden conseguir hueso.
Pero, Rocha lo analiza muy bien, su gabinete estará integrado por los que están comprometidos con la 4T desde el origen.
El gobernador electo sudaba copiosamente, había acudido al IEES con vestimenta formal, traje color oscuro, camisa blanca y corbata color guinda, la cual se despojó una vez que ingresó a las cabinas radiofónicas móviles que se instalaron por el malecón para seguir e informar de los pormenores del evento.
La jornada dominical había concluido, el festejo del triunfo también. Pero faltaba lo familiar, algo que Rubén no acostumbra festejar, pero que esta vez si lo ameritaba: Su cumpleaños, que ahora tiene un sabor especial. Y como dijo él: habrá que celebrarlo con una Victoria.