CIUDAD DE MÉXICO, 15 sep. 2019.- Fue una noche en que se rompió la opulencia, la exuberancia, la prepotencia, la arbitrariedad, la reserva diplomática y política dentro y fuera del Palacio Nacional.
El presidente apareció en el balcón principal acompañado solamente por su esposa. Atrás, apenas se distinguía la escolta de abanderamiento del Heroico Colegio Militar.
Y el protocolo ceremonial del aniversario 209 de la Independencia de México fue genuinamente conmovedor.
Nicolás Maquiavelo proponía, en su penúltimo capítulo de su obra El Príncipe, que es mejor ser impetuoso que respetuoso…y con ello (se) puede someter a la fortuna (a la suerte, se refería él filósofo florentino).
Por eso, el presidente Andrés Manuel López Obrador rompió con los protocolos sexenales del neoliberalismo al emitir 20 “Vivas” en el aniversario independentista mexicano.
Todo fue diferente desde las primeras horas de la tarde del 15 de septiembre de 2019.
Conglomerados de personas de las clases sociales más populares de la Ciudad de México y estados circunvecinos llegaban en el metro, en camiones urbanos, en vehículos particulares. Y caminaron libremente por las calles “20 de Noviembre” “16 de Septiembre”, Francisco I. Madero, y otras convergentes a la plaza de la Constitución, mejor conocida como Zócalo.
No había vallas ni retenes. No revisaban mochilas, ni bolsas. Señoras y niños caminaron sin interrupción hacia la plancha del Zócalo. Las vallas metálicas no formaban los corrales que antiguamente se establecían para delimitar a los grupos de porristas que halagaban a los anteriores presidentes.
En las banquetas había vendedores ambulantes que ofrecían todo tipo de enseres alusivos a la Independencia de México. Proliferaban los referentes a la imagen de López Obrador.
Y adentro del Palacio Nacional, los estantes para servir los clásicos antojitos mexicanos: Taquitos dorados, tostadas, pambazos, atole, aguas de horchata, de Jamaica y de sandía.
Esa noche no se observaron los trajes de seda, los vestidos de marcas exclusivas internacionales. Los invitados especiales convivían en el patio principal con naturalidad, sin exageraciones, ni los abrazos ni palmadas estrujantes.
Y cuando el reloj de la Catedral Metropolitana marcó las 11 de la noche, apareció el presidente Andrés Manuel López Obrador, sólo con su esposa Beatriz Muller. ¡Nadie más!
Lanzó las 20 “Vivas” en donde destacaron los referentes a la memoria de las madres de la Patria, a los Héroes anónimos, a los Pueblos Indígenas, a la Libertad, la Diversidad Cultural, la fraternidad universal y la Soberanía.
Culminó con el ¡Viva México! Tan portentoso que conmovió a miles de mexicanos, no sólo de los que estaban en el Zócalo, sino de los que seguían la transmisión por televisión y redes sociales.
Muchos cambiaron el ¡Viva México! Por el ¡No estás solo! ¡No estás solo!
Ceremonia genuina y conmovedora que produjo la reacción de un ex presidente que no aguantó su frustración y difundió un mensaje crítico en redes sociales hacia López Obrador.
La respuesta no espero mucho de los miles de seguidores del presidente de la Cuarta Transformación.
Es que esos conservadores frustrados siguen nerviosos, descontrolados, fuera de quicio, porque están moralmente derrotados, dijera López Obrador.