Renato Vega Alvarado: sus rivales y sus riñones.
A finales de la década de los ochenta, su panorama político era incierto. Un tumor canceroso obligó a la extirpación de uno de sus riñones, y desde entonces tuvo complicaciones en su sistema renal.
Lejos se veía su anhelo de ser gobernador del estado de Sinaloa. Las circunstancias – esas condenadas circunstancias – lo relegaron dos veces, pero la tercera fue la vencida.
-No fue fácil - sintetiza el ingeniero Renato Vega Alvarado.
-Me “enfermaban” cada vez que se mencionaba mi nombre en las ternas para ser candidato a la gubernatura – reprocha el hijo del general Renato Vega Amador, militar de caballería y quien fuera jefe de la Policía capitalina del Distrito Federal -, me metían zancadillas, codazos, piquetes de ojos…todas esas distorsiones que se dan en la política.
Recuerda que medio año antes del destape del candidato del PRI a la gubernatura de Sinaloa, para el periodo 1993-1998, lo habían aprobado para ser postulado al Senado de la República, pero 48 horas antes de darse la lista final, el entonces gobernador Francisco Labastida Ochoa promovió a otro ingeniero: Gustavo Guerrero Ramos.
-Fue algo curioso, – relata Renato Vega – Luis Donaldo Colosio (presidente del PRI), me llama a su despacho me pregunta si me interesaría ser senador.
Era el mes de mayo de 1991. Renato le expuso a Colosio:
-Mi verdadera vocación, aspiración y meta es ser candidato a gobernador de Sinaloa, pero si el presidente de mi partido considera que yo sea senador, lo aceptaría con mucho gusto, pero aclarando que no me gustaría que fuera una acción excluyente.
Días después, Colosio le informa que su candidatura senatorial ha sido aceptada en el partido (PRI). Que prepare su campaña.
Pero, dos días antes de darse a conocer la lista final. Colosio le llama:
-Te va a buscar José Luis Soberanes para llevarte un recado: el candidato a senador por Sinaloa será Gustavo Guerrero Ramos.
-Yo me desconcerté – suspiró el ingeniero Vega – busqué a Colosio y él me informa que el presidente Carlos Salinas requiere mis servicios en la Reforma Agraria, porque va a promover una nueva Ley Federal y una reforma al Artículo 27 Constitucional.
Hacia finales de ese 1991, el presidente Salinas llama al ingeniero Vega para felicitarlo por su participación en la nueva Ley de Reforma Agraria. En el despacho de Los Pinos le pregunta:
-¿Cómo ve la situación en Sinaloa, ingeniero? ¿Cómo ve al PRI y a la oposición? ¿Su papá cómo está? ¿Usted de dónde es?
-Yo nací en San Miguel de Allende, Guanajuato – manifestó categórico Vega Alvarado -, porque mi padre tenía una comisión allá, pero yo estudié la Primaria en Villa Unión, viví en Rosario y terminé en la escuela “Álvaro Obregón” de Culiacán. Soy hijo de padre y madre sinaloenses.
Por supuesto que el presidente Salinas sabía todo eso, pues Renato Vega había sido diputado federal en dos ocasiones, por el estado de Sinaloa. Pero esa plática ahí quedó.
Para marzo de 1992. Salinas le llama otra vez a Los Pinos para informarle que el PRI realizó auscultaciones y llegó a la conclusión de que Renato Vega Alvarado figura en la recta final para la candidatura al gobierno de Sinaloa.
-Por mientras – le instruye el presidente - siga con su trabajo, interiorícese en el Programa Nacional de Solidaridad y hable con Carlos Rojas.
Y en los primeros días de mayo de 1992 el ingeniero viajaba hacia Cuautla, Morelos a una reunión de la SRA y a medio camino recibe la llamada de Los Pinos.
-Me recibe el presidente Salinas, me felicita efusivamente, me desea mucho éxito y me recomienda “Váyase a renovar Sinaloa”.
Renato Vega presintió cinco meses antes que él sería el elegido por las experiencias que había adquirido en los destapes anteriores, de Calderón Velarde, de Toledo y de Labastida.
Evoca:
-Recuerdo que fue Mario Moya Palencia el que me avisó de la candidatura de Calderón y que Reyes Heroles me lo informaría oficialmente. Le pregunté por qué el presidente Echeverría no me dijo nada.
-¡Nunca le hablan al que no va a ser! – le detalló Reyes Heroles.
-Eso se me grabó mucho – rememora -, porque cuando fue Toledo, tampoco me hablaron. Ni cuando fue Labastida. Y en cambio, cuando fui yo me llamaron dos veces.
-¿Por eso, llegó como invitado especial de Salinas, junto de Óscar Levín, en aquella gira a Sinaloa, en junio de 1991?
-Sí, me pusieron al lado derecho, fue anecdótico – ríe el ingeniero - . Me acababan de descartar de la senaduría. Fui invitado especial y fue Andrés Massieu quien me dijo antes de bajar del avión: Te pones a la derecha del presidente. No le creí y no hice mucho caso. Pero, el jefe del Estado Mayor me ordenó. Allí supuse que el presidente quería resaltar algo.
-Y de allí en adelante arreciaron los golpes, las zancadillas, lo “enfermaban” a cada rato, ingeniero.
-Sí. En el evento de la Isla de Orabá quitaron el letrerito (personificado) del asiento que me habían asignado. Y luego en otro evento en Topolobampo…
El día del destape, los labastidistas vieron frustradas sus ambiciones. Gustavo Guerrero, instruyó a su secretario Juan Carlos Campos, no contestar los teléfonos. El único sensato fue Lauro Díaz Castro, cuando el gobernador Francisco Labastida propuso dar madruguete.
-No tiene caso, mi gober – le dijo el extinto agrónomo – para que nos embroncamos con Gobernación (Fernando Gutiérrez Barrios).
El ingeniero Vega Alvarado gobernó Sinaloa los seis años, con cabal salud, porque durante su mandato recibió una donación renal. Falleció el 25 de marzo de 2009 por cáncer de tiroides
(Extracto de una entrevista de 3 horas que otorgó el ing. Renato Vega a Sinaloa Dossier, al terminar su administración gubernamental)