Libertad de Expresión o de Prensa ¿Por qué 7 de junio?
Imagínense que, en conmemoración al 7 de junio, Alejandro Junco de la Vega Elizondo y Juan Francisco Ealy Lanz Duret, propietarios de Reforma y El Universal, le organizarán un festejo al presidente López Obrador, porque les da publicidad.
El 7 de junio, en algunos lugares del país celebran el Día de la Libertad de Prensa o de la Expresión y en varios estados le llaman pomposamente el Día del Periodista.
Nada más incongruente, inadecuado e incoherente esa fecha, pues las generaciones de periodistas actuales, desconocen por completo el origen de la conmemoración del 7 de junio en México.
Esa fecha fue instituida en 1952 por editores de periódicos y revistas de la capital, encabezados por el Coronel José García Valseca, un magnate de la prensa mexicana de los años 50. Ese señor organizó un evento para agradecer al presidente de la República, Miguel Alemán Valdés, por haberles condonado cuantiosas deudas que algunos editores tenían con el gobierno federal.
Esa situación fue muy criticada por mucho tiempo, por la subordinación a la que se sometió la prensa mexicana al servicio de los intereses del Gobierno.
Eran tiempos de la post guerra mundial, los periódicos de entonces enfrentaban problemas económicos que amenazaban su estabilidad financiera. La dependencia hacia el gobierno era estratégica, ya que a través de la Productora e Importadora de Papel (PIPSA), que era el monopolio estatal, se mantenía atados a casi todos los medios impresos.
Entonces, el Coronel García Valseca, quien había formado un emporio periodístico en casi todo el país, reunió a editores de diarios y revistas que tenían adeudos con PIPSA, para solicitar al presidente Miguel Alemán la condonación o renegociación de deudas.
Alemán vio la oportunidad de amarrar a los medios y aceptó la condonación.
García Valseca organizó un banquete de agradecimiento el 7 de junio de 1951, al que asistieron 128 directores y gerentes de diarios y revistas de la capital y del interior de la república.
Hubo 30 invitados especiales, 13 corresponsales extranjeros y 14 reporteros que cubrían la fuente de la Presidencia.
El banquete fue en un restaurante español y estuvo amenizado por Pedro Vargas y Toña la Negra.
Y ya se imaginarán, suspicaces lectores, el banquete estuvo plagado de adulaciones y agradecimientos de ambas partes.
Fue tal el galanteo que el Coronel García Valseca propuso que se repitiera el festín al año siguiente 1952 y que cada 7 de junio se festejara como Día de la Libertad de Prensa.
Y así le siguieron año con año, incluso se llegó a instituir el Premio Nacional de Periodismo que se entregaba de manera fastuosa, hasta que llegó Vicente Fox a la presidencia y suspendió esos eventos.
En algunos estados ha desaparecido esa lisonja bilateral, porque repetimos NO es día del Periodista, sino que fue una fecha en la que se mezclaron intereses económicos y políticos de editores y gobierno.
(Imagínense que en conmemoración al 7 de junio Alejandro Junco de la Vega Elizondo y Juan Francisco Ealy Lanz Duret, propietarios de Reforma y El Universal, le organizarán un festejo al presidente López Obrador, porque les da publicidad).
En Sinaloa, lo festejan las asociaciones de periodistas y comunicadores que han proliferado desde que aumentó el padrón de egresados de las universidades y escuelas de Comunicación Social.
El gobernador actual de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, no es muy afecto a festejarle a los periodistas el 7 de junio. Para el mandatario, la libertad de expresión se ejerce todos los días. Y como lo ha dicho. “Son mis amigos los periodistas, pero no me hagan favores, informen nomas con objetividad”.
Y en cuanto a los dichosos Premios de Periodismo en Sinaloa, bien hizo el gobernador Juan Millán Lizárraga en desaparecerlo, pues se habia vuelto un embauco porque inició con 7 Premios sólo para los géneros principales de la información: Noticia, Reportaje, Entrevista, Crónica, Editorial, Columna y Artículo de Opinión. Pero, después todos querían ser galardonados, cartonistas (eran 3 y cada año le otorgaban a uno, al año siguiente al otro y el tercer año, al otro). Los de deportes exigieron los suyos, luego los de culturales y hasta de la sección social demandaron ser laureados.
Como dicen los salseros de música colombiana: ¡Eso es lo que hay!